XX. EL JUICIO (Le Jugement )

XX. El Juicio

Baraja de Grimaud según el diseño de Paul Marteau (1930)

Hay una gran coincidencia en casi todos los tarots. Un ángel está en el cielo y toca la trompeta que tiene una bandera con una cruz. En la tierra una o varias personas salen de sus tumbas con las manos unidas en símbolo de oración, en algunos casos miran claramente al cielo.

Significado

El más difundido es redención y resurrección. La desnudes de los protagonistas muestra un momento de gran verdad. Nada los tapa y ya pueden aceptar quienes son y ayudar a otras personas. La plegaria de los vivos se une al llamado del ángel del resucitado y todos juntos trabajan para la elevación del espíritu de aquel que necesitó morir para volver a vivir en un estado consciente y pleno.

El arcano de El Juicio

Esta carta nos habla de la comunicación entre los hombres y los seres superiores. El ángel, el personaje más importante de la carta, rodeado de rayos, nubes y colores sintetiza la gran presencia divina más cercana a los hombres, el que habla con el resucitado con su trompeta avalada por la bandera y vestido como los hombres. La desnudez de las personas y su postura nos indica que este momento único es de gran verdad. El hombre de espaldas, el resucitado, el iluminado, puede oír las voces de los ángeles, oye su música y su llamado. Ese momento hermoso que él comparte con el resto de los humanos representados por el hombre y la mujer que oraron por él, por su recuperación y su sanación, acaso sin saber que fuerzas estaban moviendo con su plegaria.

Es el punto más alto del arcano VIII, La Justicia. En esta carta lo divino es lo que cuenta, qué hemos hecho y qué estamos haciendo con nuestros valores superiores. Es el juicio después del cual resucitamos, es el no poder mirar lo que nos pasa e incluso llegar a morir para tomar consciencia de nosotros y de los otros, de la ayuda y el amor que nos brindan quienes nos rodean y aman. Es una carta muy importante, una evaluación de quiénes somos y qué estamos haciendo.

Nos habla del amor humano y el amor divino. Del momento en el que caen las máscaras, cuando entregamos todas las capas con las que nos tapamos para no ver quienes somos ni como es este mundo. El instante en el que el yo resurge y ya podemos comunicarnos con los humanos y con los ángeles. Con todos aquellos que siempre estuvieron cerca nuestro  para ayudarnos y no podíamos ver ni sentir. El hombre resucitado toma consciencia del amor de quienes lo rodean y lo ayudan a empezar una nueva vida en el camino de la verdad.

Esta carta nos muestra el instante donde podemos cambiar toda nuestra historia, nuestra vida, nuestras vidas. Del momento simbólico de la resurrección y la redención ante lo divino en el que estamos nosotros, los otros, el cielo y el universo. Es el momento de la muerte real donde aparecen todas las muertes y nos muestra como nuestra relación con la muerte cambia en ese instante. Este sentimiento intenso que también sucede al nacer, con cada nacimiento recordamos todos los nacimientos y en ese nuevo nacer somos uno con la humanidad en su totalidad. Esta carta habla de la muerte y del nacer simultáneamente. El muerto resucita y vuelve a nacer pero ya no como un bebé que tiene que aprender que es ser un hombre con los pies en la tierra, vuelve a nacer con todo el conocimiento tanto terrenal como divino. En ese renacer él ya revivió todas sus muertes y todos sus nacimientos, ya es un ser consciente y pleno que va a poder ser un sacerdote, un religioso en este mundo, que va a poder ayudar a los otros como los otros lo ayudaron a él.

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